09 enero 2013

El día que Simone se cruzó en mi camino...

9 de enero 2013

Difícil es recordar cuando ocurrió, quizás hace ya 14 o 15 años, no lo se, pero la reconocida frase del Segundo sexo se quedo en la memoria desde entonces... No nací feminista, voy acercándome a serlo, y por supuesto su filosofía respecto al derecho a las mujeres a ser iguales, ha sido fundamental en la vocación que con el tiempo encontré.

No olvidare el libro que aquel maestro de francés me presto, una biografía de Simone, en cuanto la tuve en mis manos no la solté hasta que lo termine, solía imaginar sus tardes en los cafés parisinos, el entorno de la post guerra, la vida de las mujeres burguesas de la época, a ella y Sartre la pareja que revolucionaria las formas de convivencia entre mujeres y hombres. Entonces comprendí que si alguna vez me enamoraba yo quería vivir algo como ello, el amor, pasión y respeto por quienes eran, filósofos, escritores, ambos cada quien desde si se profesaban una admiración mutua por sus formas de pensar, por su obra, por sus convicciones. Si eso era el amor en igualdad, el que te motiva a superarte, era lo que yo quería, amar a quien pudiera admirar porque era la única manera en que podía respetarle, pero más allá de eso, comprendí que las ideas de Simone me venían bien, yo tampoco estaba de acuerdo con el matrimonio, para mi era venderse, de ahí el contrato, era ceder la mitad de quien eres en lo individual, y eso me costaba entenderlo, ¿por que involucrar obligaciones de convivencia diaria, nocturna, invasiva? Y qué si alguna vez quería mi cama solo para mi, ¿por eso amaba menos? Y ¿porqué pedirle a otro que se involucre en el espacio privado si no le da la gana?, pero claro si cohabitamos es lo justo o ¿no? Acaso la forma de demostrar los sentimientos tienen que ser el tenerle la ropa limpia al Otro, cocinar, planchar, limpiar para que otros vieran que yo atendía muy bien al Otro con quien firme un contrato? He creído y cada día más que no, esas no son maneras de demostrar amor, y que por el contrario el solicitarlo y ofrecerlo son formas de manipulación socialmente aceptadas pero no por ello dignas.

Mis juegos de infancia favoritos no involucraban la comidita, la casita, la muñeca que encontraba bastante diabólica aquella que lloraba y pedía el biberón, y que muy pronto bote en el juguetero que compartía con mi hermano donde quedaban los juguetes que poca gracia nos hacían a ambos...

Si, no se nace mujer, se deviene, no fui construida en un ambiente machista, por ende desde pequeña goce de las libertades de elegir, de hacer o no hacer, así crecí, para mi era algo normal, dado que acudí a una primaria y secundaria para mujeres exclusivamente, en mi concepción no había primero o segundo sexo, nosotras éramos el único, aún en la preparatoria pública y mixta no viví crudas prácticas discriminatorias por mi sexo, y cuando algún compañero hacia patente su machismo, ahí estábamos las mujeres que podíamos burlarnos de sus comentarios, entablar verdaderos debates sobre sus opiniones o simplemente dejarles con su palabra y doblar la vuelta, al fin y al cabo, esos hombres no eran de nuestro interés. Siempre me sentí mejor cuando estaba con mujeres que como yo no hablaban sólo de tener pareja, que no eran las mejor portadas o con excelentes promedios, no, eso lo mío no era, era compartir momentos con quienes las masas consideraban los Otros, los diferentes, quizás por eso porque en la prepa lo viví es que es la única época escolar que recuerdo con tanto cariño, ahí el primer o segundo sexo eran lo de menos, en todo caso lo importante era sólo el sexo y punto.

Pertenecer al grupo de los Otros, los desiguales era para mi la forma de decirle al mundo lo poco que me importaba su opinión, incluso a mi madre que tanto padecía esas decisiones, yo era quien quería ser, aunque no supiera en realidad quien diablos quería ser, con todo, a diferencia de muchas otras mujeres que vivieron muchas discriminaciones ya por ser mujeres, y además las menos en las escuelas, y además quienes abrieron puertas, ya ellas habían hecho su trabajo para que mi generación lo tuviera mucho más fácil y así lo viví, la libertad de pensar, ir y venir, decidir actuar o no actuar era parte de mi normalidad, y así lo creía para todas las Otras, con los años descubrí que eso de normal no tenía mucho o casi nada incluso, ya que mujeres de todas partes del mundo no podían elegir ni al tipo con el que se casarían, si ejercer o no su maternidad, estudiar, el trabajo que querían desempeñar carajo ni siquiera el tipo de ropa que usan entre otros largos etcéteras, ahí apareció de nuevo Simone que me lo explico, como a otras feministas del mundo ella fue quien me inspiro, esa manera de vivir sus libertades me intrigaban tanto como me motivaban a vivir de la misma manera.

Lo de decidir me gusto siempre, he tenido la fortuna de tener opciones casi para todo, incluso de estudiar una carrera o la otra, aunque por decisión personal estudie una que nunca me gusto sino hasta que pasaron los años, con el tiempo he aprendido y reconocido que la capacidad de decidir que yo he disfrutado a las mujeres no les ha sido otorgada por el simple hecho de ser personas, dado que el mundo ha sido mas de los Otros que de nosotras, por ende, el que yo pueda hacerlo es el resultado de las luchas de esas mujeres por tener opciones, por arrancarlas por reivindicar nuestro derecho a ser quienes queremos ser, aquellas a quienes por acuerdo o desacuerdo Simone inspiro, o motivo. Y a mi me inspiro, en tanto reconocí a Simone como la filósofa que quiso ser, la escritora que decidió ser, la que propuso teorías desde su visión del existencialismo, la que nombro temas que hasta hoy siguen en la agenda, la que escribió un libro que le trascendió muchos años después de su muerte por su lamentable vigencia.

Simone de acuerdo a sus biógrafas, vivió un gran amor que alimento particularmente desde su propia centralidad, era la Otra pero una Otra igual, la que tenía proyectos propios, la que pensaba por si misma, la que no obedecía a las tonterías que marcaba la burguesía de su tiempo, la que confronto a sus colegas varones con un libro que les incomodo de sobremanera, la que hablo de las desigualdades que vivimos las mujeres, que defendió alzando su voz por la libertad de decidir sobre su cuerpo ya sea en cuanto al ejercicio libre de su sexualidad, o sobre el de su maternidad, eligiendo reproducirse o su determinación por un aborto seguro, la que vivió la pasión del saber con su pareja de siempre y la pasión por la pasión con sus amantes, la que decidió no reproducirse e incluso de forma manifiesta dijo, si, yo aborte. Fue la que hizo patente que la responsabilidad de ser quienes queremos ser es nuestra, que tomar la vida por nuestras propias riendas tiene costos pero sin duda el mejor beneficio es la libertad que se adquiere.

A mi, el estudio de las teorías de mujeres como Simone, pero sobre todo la vida me ha enseñado que ser la única responsable de tu vida en todos los aspectos, en tanto se es quien toma sus decisiones a menudo te aleja de la sociedad, de amistades y parejas, a diferencia de las mujeres que abrieron camino a las feministas de mi generación he reivindicado mi derecho a no pelear por mis libertades y privilegios, sino tomarlos como cualquier hombre lo haría, y aunque no fui educada en un ambiente castrante, sin embargo si he entendido que conquistar la libertad de ser quien quieres ser, tiene altos costos y que a menudo el principal es la soledad.

Siguiendo a Simone, quizas un tanto por imitación y otro tanto por convicción plena me enamore con la pasión que ella describe, el tiempo y la distancia parecían eternos con la lejanía pero al menor contacto el deseo y el amor embargaba mis días, si, yo había encontrado a mi equivalente de Sartre, pero a diferencia de Simone cedí y al ceder una vez lo haces dos y tres y cuando miras pa tras ves que hasta la cuenta perdiste, sin embargo, al tiempo, también decidí... Y decidí optar por el amor a mi misma por encima de todo, y decidí optar el amar a aquel compañero de ideología, pero en la distancia, de manera distinta, como aquel con quien compartí conocimientos, crecimiento e incluso el desamor, porque efectivamente, poco a poco he comprendido que la mujer no nace, deviene mujer, y si, yo soy de esas otras mujeres que se construyen desde una visión igualitaria, que tienen la necesidad vital de no perder las libertades de pensar, ser, tomar decisiones, sin importar cuantas veces caigas o tropieces, a no servirle a nadie, a no esperar que me sirvan a reducir en lo posible las relaciones utilitarias, a no ceder a los convencionalismos, ni prácticas androcentricas, a amar con la convicción plena de hacerlo sin tener que ceder mi propia individualidad, a construirme sobre mi centralidad, a seguir siendo quien elijo ser.

Muy lejos estoy de aprender todo lo que Simone nos heredo mediante su obra escrita, más lejos aún de adaptar una filosofía personal de vida, por ahora sólo puedo decir que me reconozco partidaria del feminismo como una filosofía de vida, que he adoptado el camino de los derechos humanos como vía para la igualdad, que desde mi propia libertad de decidir, he decidido por construirme en un mundo en que los Otros no son menos ni más, sólo diferentes y que si de amar se trata empiezo por mi y mañana, no lo se... Como sea y para no variar, doy gracias a la vida por cruzar en mi camino a Simone y a todas las mujeres y hombres feministas que me han aportado en la conformación del camino que he decidido transitar hasta lograr ser quien quiera ser...

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