18 febrero 2013

No le quiero pero le quiero dentro

Adicta a su piel que arde
como brazas que queman
provocando un exquisito dolor
en cada encuentro,
a despedidas habituales
convertida en el señuelo
de su correr constante
del tigre de sus brazos
con que me aprisionan
sin que oponga resistencia
adicta al sabor de su cuerpo
que bebo con los labios húmedos hasta el amanecer.

No le quiero, pero le quiero dentro
atada con la fuerza de sus manos
envistiendo una y otra vez
mientras enreda mi cabello entre sus dedos
cortando la respiración
para llevarme al infierno en llamas
tumbada en su regazo esperando a por el de nuevo
suplicando por más entre las tinieblas
intentando adivinar su silueta a través las sombras.

No quiero oirle más
sino para atender a su mandato
señor dueño de las sensaciones más perversas
a las que me conduce entre gemidos y susurros
con la voz entrecortada pronunciando mi nombre
al momento de llegar al éxtasis con que me perturba.

Adicta al cruce de nuestras miradas en el espejo
mientras sujeta mis manos con la fuerza
de un alma en celo
que me sube y me baja
me llena y se vacía
hasta quedar tumbados en el suelo
con el recuerdo de su mirada felina
y aullar de lobo salvaje
con que me ha traído a la vida
cuando el cuerpo y la piel permanecían inertes
cansados de no sentir la pasión de la lujuria.

No quiero hablarle,
sino para rogar por más,
no quiero pensarle sino para imaginar su piel desnuda
y su humedad que me libera de teorías
que impiden la liberación de los sentidos.

No quiero que se quede,
sólo soy adicta a sus venidas constantes
a la forma en que arranca las horas a la noche
Adicta a sus llegadas tan intempestivas como fugaces
al látigo con que castiga
a la caricia con la que sana
al beso que roba
a la forma en que entra, en que sale una y otra vez
a la perturbadora sensación de su miembro
erecto como roble quieto
a su arrebatado abrazo
y palabras en desenfreno
a la saciedad de su elixir
que derrama sobre mi
al cansancio apacible
a embriagarme con su aliento

Adicta al aroma de mis sábanas impregnadas de su sexo
al cigarro que precede a cada encuentro
y al sueño a que me lleva hasta el atardecer
en que se desvanece
como el fantasma,
como la sombra que deja una estela de fuego
donde no le veo...

E.S.M






04 febrero 2013

Entre notas, guitarras y cigarros...

Era una noche de invierno cuando en la oscuridad entre ruidos, susurros y caminar de la gente me detuve un momento para escuchar tu voz, una voz que aunque conocía de antes nunca le preste mayor atención cada palabra se metió en mis sentidos, cayendo a trozos las barreras del sonido, no te podía ver y sin embargo tu voz impregno de un aire nuevo...

Llegaste así sin avisar, cuando menos te esperaba pero más te deseaba, te metiste en los lugares más recónditos donde no me había atrevido siquiera pisar, con cada acorde me envuelves sin que oponga resistencia alguna, sin importar esa lealtad a tus vicios me dejo llevar por cada nota que sale de tu guitarra, esa que desgarras con las manos con que me tocas, y me llevas al azul del mar, y lo negro de las noches en que basta un roce para que aparezcas una vez más....

Y como si la dicha de tu voz no fuera suficiente, tu arribo fue en compañía, el menage a trois perfecto, la composición adecuada para llenar cada hueco tan desgastados de sólo dejarse morir por las corrupciones del recuerdo. Y así, borrando de tajo la frustración, despertaron cada parte de mi ser, en lo que seguramente será la experiencia más bizarra, donde en cada encuentro somos uno y dos y yo la tercera para quien crean la atmósfera en que entre dos aguas, sedas, tintos y canciones me voy, me vengo una y dos y tres hasta perder la cuenta sin que lo tenga en cuenta. De pronto la pena, la indiferencia y el drama que en resaca aún se percibía desaparecieron, ante el sabor dulce de su piel y las palabras tuyas, fui al fin después de tanto compurgar, liberada de la cadena perpetua impuesta por el juez que no creyó en mi inocencia, dejando al fin el pasado que no importa, el que impide avanzar, el que te retiene aún en contra de tu voluntad porque sin que me diera cuenta me la carcomió, sus manos y las tuyas rompieron con las cadenas que me ataban a nada, y así sin más cedí a los impulsos que con sus palabras me llevaron a ese jardín donde ahora me recreo una y otra vez obedeciendo sin objetar mayores resistencias, gozando los placeres de los sentidos ardiendo, sin esperar más que seguir sintiendo desde las entrañas, la pasión a que los dos muy a su manera me llevan con un éxtasis desconocido hasta que me desvanezco ante sus pies, sólo para ser tomada en sus brazos delgados, fuertes que asemejan a un tigre en movimiento permanente con los que me recuesta en la cama en la que nos esperas y así sin más la ventana se abre una y otra vez hasta que el sueño nos embarga, nos contrae y donde nos sumergimos cada quien en si mismos y yo en medio de ambos, de donde por el amanecer con el humo de mi cigarro que acabo de encender, les siento en esa materia oscura que recién acabo de descubrir y solo me voy sin decir adiós... Ya te llamare al despertar y el también vendrá a nuestro encuentro una vez más...

Basado en Materia oscura
Dedicado a Antonio, artista, poeta, músico, a quien la muerte le arrebató la posibilidad de seguirse dando