09 junio 2010

No es un adiós, sólo un reconocimiento

La vida nos lleva a lugares inesperados, a veces sabes donde dormirás pero no el rumbo que tomarás...

Esa misma vida te lleva a conocer a gente maravillosa, aunque en realidad la mayoría lo es, sólo que a alguna se le ha olvidado mostrarlo...

Y es en esta vida en la que conocí, si conocí a una mujer, una de aquellas a quienes respeto por diversas causas pero sobre todo su fortaleza. Ella con los años que llevaba a cuestas fue gentil, y más que eso, sólo recibí buenas razones para estar bien, en los momentos más difíciles que hasta hoy he vivido estuvo para mi, con su temple de gran señora, de una verdadera dama, a veces para reconfortarme, alguna vez incluso para darme de comer cuando no quería hacerlo, otras alimentó mi espíritu con sabios consejos, esos que sólo me gusta escuchar si provienen de personas como ella. Otras más para abrir mis ojos pendejeandome, eso que de vez en vez necesitamos para ver lo que somos e incluso tenemos.

No olvidaré sus frases de aliento cuando yo sólo quería estar en el suelo con pocas palabras me levantó, así es la gente sabia no necesitan el exceso de letras para embargarte de ánimo, alguna vez incluso me rescató cuando frente a cierta multitud mi alma sentía desplomarse y con ello las lágrimas empezaban a aparecer, esa noche no la olvidaré, ella sabía perfectamente lo que me lastimaba en ese momento y como otras veces estuvo, me dió su mano cansada, incluso enferma, y pese a ello sólo sentí un gran alivio, me convidó un poco de esa fuerza que sólo quien ha vivido intensamente puede compartir, y con sus años, sus dolores, mis tristezas y mis lágrimas subimos las escaleras que en ese momento parecían interminables, pesadas, pese a su cansancio me habló como solía hacerlo y entonces me hizo sentir mejor.

Hoy ella ya no está aquí, su sufrimiento físico acabó, se fue pero se queda en quienes tuvimos la entrañable fortuna de conocerla.

Yo, hoy no sé si creo que existe el alma, mi estúpida idea de que sólo existe lo que podemos probar ver o tocar, no me permite siquiera acercarme a esta concepción, pero en esta noche por sólo una noche quiero pensar que sí, el alma existe, y aun sin el cuerpo ésta se queda para vivir una vida eterna, por eso hoy pienso que ella está aun sn estar, que pese a la poca convivencia me deja un legado invaluable que es el que hoy agradezco desde aqui, este pequeño punto en la galaxia, gracias señora, por su apoyo incondicional, gracias por sus palabras, por su confianza, por permitirme conocerla, por darme aún cuando yo no podía más que sentir desolación.

Se va pero se queda en el recuerdo, en la esperanza, en la reafirmación de las ideas, en la lucha constante por aferrarze a la vida contra viento y marea, se queda por el respeto que siempre me inspiró y por el cariño que desde adolescente le tuve.

Esto no es un adiós, es un simple reconocimiento a una mujer entera, tenaz, fuerte y valiente.

Gracias a esta vida por permitirme conocerla, vivirá en mi recuerdo, ese que reservo sólo para la gente importante, grande en diversos sentidos.

Con todo mi cariño, agradecimiento, admiración y respeto, le escribo mi querida señora Tana para decirle que la llevaré conmigo donde vaya.

Un poco de poesía necesaria para el alma

POEMA 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Pablo Neruda